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En los rincones más antiguos de Daroca, se cuenta la historia de los trasgos, seres diminutos y traviesos que habitan en las sombras de los callejones y edificaciones antiguas. Se dice que son invisibles a menos que deseen ser vistos y que suelen jugar bromas a los desprevenidos que se aventuran por la ciudad de noche.
Los trasgos, conocidos por mover objetos, hacer ruidos extraños y dejar pequeñas travesuras, son considerados inofensivos. Sin embargo, la gente de Daroca a menudo deja pequeñas ofrendas o regalos para apaciguar a estos seres y evitar que sus travesuras se vuelvan más intensas.