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En las tranquilas calles empedradas de Alcañiz, Teruel, la Semana Santa es una época de devoción y tradición arraigada en el corazón de sus habitantes. Sin embargo, una noche antes del Viernes Santo, la ciudad se ve envuelta en una atmósfera de misterio y asombro con la leyenda de «La Procesión del Silencio».
Según cuenta la historia, hace siglos, Alcañiz fue azotada por una terrible epidemia que diezmó a gran parte de la población. Desesperados por encontrar una solución, los habitantes recurrieron a la oración y la penitencia, rogando por la protección divina.
Una noche, mientras la ciudad yacía sumida en la oscuridad, se escuchó un sonido celestial que resonaba en los cielos. Los habitantes salieron a las calles y presenciaron una procesión silenciosa de figuras encapuchadas que llevaban antorchas iluminando el camino.
A medida que la procesión avanzaba por las calles, las luces parpadeaban en un misterioso baile, creando sombras que danzaban en las paredes de las casas. Los habitantes observaron maravillados mientras las figuras encapuchadas desfilaban en silencio, como guardianes de la ciudad.
Al día siguiente, la epidemia comenzó a remitir y los habitantes de Alcañiz vieron en la Procesión del Silencio un milagro divino que había salvado a su ciudad de la devastación. Desde entonces, cada año, en la víspera del Viernes Santo, se celebra la Procesión del Silencio en Alcañiz, recordando el poder de la fe y la protección divina.